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La hora de tu liberación avanza apresuradamente y ya irradia en tu conciencia el sentido mismo de tu eternidad y de tu resurrección

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EL IMPERSONAL

Parte 1 (continuación)

Mi amigo, mi amado, después de este tiempo y este momento de silencio, reanudemos nuestro Corazón a Corazón en el Fuego Ígneo de la Verdad y de la Felicidad.
Entonces tú, que ha acogido el ardor del Amor y de la Verdad, te propongo continuar a instalarnos en esta llama eterna, en este Amor infinito.
Entonces permíteme de nuevo hablarte desde tu propio corazón,
permitiéndote entonces, si estás de acuerdo, de abrir cada vez más tu capacidad para vivirlo, más allá de tu identidad, más allá de toda forma y de toda condición.
Entonces
asentémonos, dondequiera que estés,
en el Aquí y Ahora del instante presente eterno.
…Silencio…
La hora de tu liberación avanza apresuradamente y
ya irradia en tu conciencia el sentido mismo de tu eternidad y de tu resurrección.
Entonces por mis palabras, por mi Verbo y por el silencio,
por tu Presencia donde estoy instalado,
levantemos las últimas reticencias, las últimas ilusiones, para que el Fuego Ígneo tome todo el sitio, todo el espacio y todo el tiempo, en tu conciencia libre, en tu conciencia eterna.
Por la Gracia del Fuego Ígneo, vuelvo a ponerme en tu centro-corazón, dándonos mutuamente el beso del corazón que trasciende y magnifica toda forma, y reaviva la felicidad de lo que siempre fuiste, a pesar de las apariencias, a pesar de los sufrimientos, y a pesar de la separación.
Entonces deposito en ti de nuevo y sello en ti, el sello de tu resurrección, el sello de tu liberación, con el fin de que no pongas más distancia, ni distinción entre tu persona todavía presente en esta carne y tu eternidad.
Y ahí, en la evidencia de unas palabras que resuenan en ti,
como los silencios entre mis palabras resuenan también del mismo modo, continúa la alquimia de este último encuentro en este espacio de tu corazón,
donde empieza a desaparecer todo lo que fue efímero,
todo lo que sólo pasa, alejando de ti las últimas dudas acerca de lo que eres, acerca de lo que tienes que vivir más allá de esta forma.
Te invito a celebrar de manera todavía más intensa y más viva el momento de tu resurrección, en este rito de paso y de reversión, en este instante.
En el tiempo que te queda por recorrer con tus pasos este mundo,
te invito a girarte hacia la única verdad que sea absoluta,
y que no puede ser comparada ni medida con ninguna libertad relativa.
Déjame colmar tus manos y tus pies, en cada extremidad de tu cuerpo, del mismo Fuego Ígneo, de la misma Felicidad, del mismo Amor, para que este Amor – que eres –
no esté más limitado a tu corazón o a algún estado interior, sino que entre en manifestación y en encarnación ahí mismo donde te sitúas,
sea cual sea tu vida, sea cual sea tu historia.
Entonces, deja el don de la Gracia y el don del Fuego Ígneo
recorrer la totalidad de tu efímero. Déjate consumar en el Fuego del Amor,
en el Fuego de Felicidad de este instante que nunca acabará.
Mientras arde en ti de nuevo esta llama perpetua que ya
no puede ser sofocada por ninguna circunstancia de tu efímero,
te descubres en cada soplo cada vez más vivo, consumándote de manera cada vez más ardiente, poniendo el Amor al desnudo en todo lo que eres y en la totalidad de este mundo, sin distinción, abrevando cada uno con la misma Luz
, independientemente de tu voluntad, independientemente de tu deseo.
Amor no puede ser limitado, ni frenado en este tiempo de la Resurrección que vives, lo ves con cada vez más claridad y cada vez más serenidad.
Entonces deposito en cada parcela de tu carne el mismo Fuego,
la misma llama, la misma intensidad.
Deja el sonido de la Vida cantar en tus células, deja el canto de la Resurrección emanar de ti espontáneamente, sin temor y sin falsas apariencias.
Permanece natural porque el Amor sólo puede ser natural y espontáneo.
No puede ser regentado, del mismo modo que tu conciencia libre no puede ser dirigida ni controlada, si no es por tu llama.
En este instante, en ti como en mí, como en cada uno de ti, la misma gloria, la misma Luz, el mismo Amor, el mismo Silencio, la misma danza, porque en efecto, en el corazón del Único, todo es Uno en el corazón de cada uno, cada uno es Uno, para hacer el milagro de una sola cosa.
Entonces mientras se insufla en ti mismo la potencia del Verbo primero y del Fuego original, haces el Claro, simplemente diciendo “sí”. Sí al Amor, sí a la Libertad, sí a la perfección, sí al Fuego Ígneo.
En este “sí”, no puede existir ninguna sombra, ningún desafío ni ninguna anomalía. El Amor es perfecto, y eres Amor, entonces eres perfecto.
Sea cual sea la imperfección de este mundo, sea cual sea la imperfección de tu cuerpo, sea cual sea la imperfección de tus pensamientos o de tus ideas, no te quedes ahí. Atraviesalo y únete.
Únete a lo que siempre fuiste, únete a las innumerables moradas donde sólo la Paz suprema puede ser evocada.
Y esta Paz suprema sólo es una pálida palabra ante la intensidad de lo que vives en este instante, que nada puede describir, que nada puede definir y que no encaja en ningún marco. Porque así es la Libertad, porque así eres libre.
Déjame llevarte lo más próximo de tu eternidad, para que de ti mismo,
por este “sí” franco y macizo, digas sí a la vida eterna, en el Espíritu revivificado.
Deja el Fuego Ígneo poseerte porque es tu misma naturaleza y tu esencia.
Deja lo que todavía puede aparecerte como denso y pesado, ser aligerado por tu Presencia
. Deja ser la Vida, deja ser la evidencia.
Ahí donde estás,
no hay nada que coger, nada que retener, nada que esconder;
todo se revela, más allá de toda lógica y más allá de toda comprensión.
está el verdadero conocimiento, el de tu reconocimiento en tu eternidad.
Todo lo demás sale de ahí.
Sea cual sea la forma o la dimensión que hayas podido elegir, no te ocupes de esto.
Ocúpate únicamente de alimentar este Fuego por tu mirada de niño,
por la evidencia de la energía, por la evidencia de tu conciencia,
por la evidencia de los Fuegos de la Eternidad.
En el Amor, todo es completo, todo es plenitud.
Te lo dije, nada falta.
Entonces atrévete, sin demora ni retraso, prepárate para tu renacimiento
. Prepárate para la Felicidad perpetua que ya nada podrá enturbiar.
Déjate ser, déjate llevar por la llama de la Resurrección.
Aliméntate de esta Eternidad donde todo está servido en abundancia, a saciedad.
Nada puede faltar, nada puede desaparecer.
Eres esto.
Entonces deja el Silencio enseñarte tu propia eternidad y tu verdad absoluta.
Ninguna sombra puede ser proyectada, porque todo ahí es transparente, porque todo ahí está lleno de Luz, de Felicidad, de Amor.
Con la plena conciencia, déjate llevar hasta el umbral de tu resurrección,
hasta el umbral del Último, ahí donde todo lo que ha sido olvidado,
todo lo que pudo parecer haber sido quitado,
te es restituido multiplicado por cien, porque el Amor no se cuenta, ni se descuenta.
…Silencio…
Deja el Espíritu Santo ser vivificado por tu Fuego Ígneo.
Deja la Onda de Vida ser amplificada por tu Presencia y tu Ausencia.
No hay nada que controlar, no hay nada que medir,
no hay nada que delimitar.
Acógete, acoge a cada uno de ti, acoge a la totalidad de este mundo,
como de los demás mundos, en el universo o los multiversos que sean.
Tu corazón es lo suficientemente vasto para contener el conjunto de la Creación y el conjunto del Increado.
Quédate así, en la belleza de la Verdad, consumando en
este Fuego de Felicidad lo que te pareció hacer obstáculo o limitar tu libertad.
Atrévete, sé sin límites – es lo que eres. Sé sin ataduras porque tu corazón es libre.
No dependas de nada porque el corazón no puede depender de nada.
Deja este Fuego salir por todos los poros de tu cuerpo, como por todos tus sentidos.
Ahí está tu grandeza y tu humildad, ahí está tu espontaneidad, ahí está el Último.
Así, tu templo es adornado y decorado para el momento en que lavarás
tus vestidos junto a Cristo, junto a ti mismo.
¿Qué puede quedar de importante?
¿Qué puede quedar como otras cosas que hacer, que decir, o que realizar?
El Fuego Ígneo te quiere en totalidad para devolverte a ti mismo.
Deja tu corazón hablar al unísono con cada corazón.
No necesitas reconocer la forma que apela al Amor, aunque estuviese al otro extremo del lugar de donde vives. No dirijas nada, deja la Luz,
deja la Inteligencia del Amor, deja la Gracia establecerse por sí solas.
No tienes que hacer nada. Guarda el “hacer” para lo que tu vida efímera te pide cumplir, pero olvida todo “hacer” para ser lo que eres.
No hace falta tu forma, ni tu persona, ni ninguna historia en la cual puedas apoyarte para ser lo que eres. El Amor no necesita ningún apoyo,
el Amor no necesita ninguna fundación, el Amor no necesita ni tejado ni ventanas.
Está en cualquier forma, como en la no-forma, con el mismo resplandor,
la misma bondad, la misma evidencia.
Entonces, desde lo más alto de los cielos como desde lo más profundo de la tierra, reúno en ti, por la Gracia de tu corazón,
lo que había sido desunido.
Todo es perfección y todo es perfecto, no puede ser de otra manera en el momento en que te reconoces, en el momento en que me reconoces.
Ninguna necesidad puede emerger, ninguna petición puede aparecer.
Ahí está la evidencia del Amor que consuma lo que debe de serlo.
Todo esto es espontáneo, todo esto no requiere ningún esfuerzo, todo esto no necesita nada más que tu “sí”. Sí a la Vida, sí al Amor, sí a la Libertad.
Sí a la Vida, no solamente la que fue amputada en este mundo, sino la verdadera Vida, que no es de este mundo y sin embargo es en esta carne y en este mundo que debes decir “sí”, sin condiciones, sin interrogaciones. Sé verdadero, sé espontáneo, sé auténtico, todo lo demás sale de ahí.
Entonces tú y yo, vivamos la consagración de tu resurrección.
Porque se trata de un acto sagrado que no depende de ninguna acción, porque se trata de un estado sagrado que no depende de ningún estado, ni de ninguna definición.
El Amor está desnudo, y es en esto que está entero y total.
No necesita ornamentos, si no es tu propia conciencia y tu propia forma que ha dicho “sí”.
Así tu templo interior está definitivamente listo.
No hay nada que decir, ni ningún plazo que esperar, ni ninguna fecha que desear.
Esto está ahí, ahora.
Esto está ahí, aquí, dondequiera que estés, en cualquier parte del mundo, en cualquier estado que esté tu conciencia.
El Amor es el bálsamo, el Amor es el único remedio.
Todo lo demás sólo representa unos retrasos para la instalación de la verdad del Amor. Entonces descansa, estate tranquilo y deja la Obra finalizarse.
Así tu Corazón eterno te aparece en su gloria, en su esplendor, en su Fuego.
Este Amor sublima cualquier forma.
Incluso en el seno de tu mundo denso, esta sublimación es la acción del Amor, esta acción que no puede ser llevada por ti mismo y que sólo puedes aceptar.
Todo es simple, el Amor es la única ley.
Fuiste su digno representante.
Sean cuales sean tus afectos, sean cuales sean tus heridas, sean cuales sean tus esperanzas o tus desesperanzas, esto ya no es.
Como un sueño que se desvanece al despertarse, emerges en el océano de la Beatitud, en el océano de la Verdad, en el océano de la Vida.
Y ahí, eres tanto la gota como el océano entero, y todo lo que contiene.
Un océano que no estaría limitado por ninguna tierra y que nunca se agotaría
. Así es la Vida, así el Amor.
Sólo puedes hablar de ello, como te hablo en ti, por metáforas porque ninguna palabra, y hasta diría ningún Verbo, puede explicarlo, describirlo, y encerrarlo en ninguna definición.
Es esto lo que te es ofrecido, no por ninguna autoridad exterior sino más bien por el regreso en ti mismo, más allá de todo personaje, más allá de todo deseo como de toda historia.
Tu corazón, como tu cuerpo de Eternidad,
no puede estar limitado, no puede estar encerrado,
no puede estar reducido.
Sólo puede crecer en intensidad y en vida, y sin embargo idéntico a sí mismo en cada instante, expandiéndote hasta el infinito o contractándote en el Último y el Absoluto.
No hay ninguna diferencia, ni de sentido, ni de movimiento, ni siquiera de amplitud. ¿Qué palabra, qué ecuación podría transmitir esto?
No hay otra posibilidad que de vivirlo, no hay otra posibilidad que de serlo.
…Silencio…
Cada una de las células de tu cuerpo ha guardado en ella la memoria de este Fuego, y vida tras vida, cada una de tus células ha esperado, en cierto modo, este momento. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, sea cual sea tu ira, sea cual sea tu aceptación, sea cual sea tu negación, sólo el Amor es verdadero.
No el que te es dado experimentar y vivir en este mundo, ni siquiera el que puedes soñar o desear – porque no es de este mundo, como no eres de este mundo.
La Vida no pertenece a ningún mundo ni a ninguna esfera de experiencia, mana por todas partes.
No es tributaria de una disposición de formas o una disposición de mundos, mana de sí misma, como en ti ahora, quemando y disolviendo lo que todavía podía parecerte, hasta este instante, impedirte o limitarte.
Nada puede impedir el Amor, nada puede limitarlo.
No lo aceptes cuando te lo digo, sino que vívelo.
En el silencio como en la exuberancia de sus sonidos, no hace ninguna diferencia. Vívelo así, para que cualquier distancia sea abolida, para que la impresión del tiempo no pueda afectar este Amor.
Acuérdate, no tienes que dirigir nada, no tienes que buscar nada,
no tienes que probar nada. Simplemente averiguar la evidencia del Amor,
viviéndolo, acogiéndolo, reconociéndolo.
Puedes tener a veces la impresión que haya que dar un último paso y que haya que soltar, no tus creencias que, ellas, se disuelven,
sino algunas certezas existentes en el seno de la persona.
Demuéstrate a ti mismo que no puede quedar, en lo que eres, el menor espacio para el miedo, el menor espacio para lo que pertenece a este mundo.
Nada te pertenece, al igual que no perteneces a nadie.
Ahí está tu Espíritu. Ahí está la Verdad que no puede conformarse
a la persistencia de ningún mundo encerrado, que no puede c
onformarse con ninguno efímero y ningún límite.
En este instante, te reencuentras, aboliendo todo obstáculo que todavía podría darte la ilusión de existir.
Nada puede frenarte, en tu eternidad.
En esta plenitud, no hay ni carencia, ni espera.
En este Fuego Ígneo, absolutamente todo es transfigurado. Ahí está la consagración de tu resurrección. Velo, y sobre todo, vívelo.
En el Amor, ya nada podrá ser separado, ni dividido, ni restado.
…Silencio…
En el Amor nada puede pesar, ni nada se mide.
…Silencio…
Ahí está la verdadera bendición, ahí está el único homenaje.
Esto te es debido. No es una recompensa, no es un fin, no es un camino, sino que es verdadero en el instante. Ninguna duda puede aparecer, ningún plazo puede ser sostenido.
Ponte en el Corazón de tu Corazón, y deja que suceda lo que parece suceder.
…Silencio…
En nuestro corazón Uno, todo es fuente, permanentemente renovada.
Nada se agota y nada desaparece, a la diferencia de tu mundo donde cada vida desaparece cuando le corresponde. 
…Silencio…
En este corazón elevado, ninguna necesidad de maestro,
ninguna necesidad de otra Presencia.
Eres completo así, y entero.
…Silencio…
Deja el silencio magnificar esta evidencia.
Deja este silencio estar lleno del Coro de los Ángeles.
…Silencio…
El Amor es la sanación de todo lo que está enfermo en este mundo.
El Amor no conoce la enfermedad, ni el sufrimiento, ni la pérdida. Y es lo que eres. Averígualo, demuéstratelo a ti mismo.
…Silencio…
Te lo dije, estoy contigo para la Eternidad.
En el corazón, el conjunto de los mundos está presente para la Eternidad.
En el corazón, no hay sitio para ningún pasado o para ningún devenir, porque todo está en el instante. No hay ninguna diferencia, no hay ninguna distancia, no hay ningún plazo.
…Silencio…
Cada soplo de tu soplo de Vida en este mundo se convierte en este Amor.
Acuérdate: no puedes retenerlo, no puedes definirlo.
Entonces vívelo con intensidad, en totalidad.
Hay mucho sitio está en tu corazón.
…Silencio…
En este Silencio, la consagración de tu resurrección y de tu renacimiento está tramitada.
Aunque en este tiempo de tu tiempo, esto no esté vivido en totalidad, entonces deja.
Deja que se haga lo que se hace, porque ningún juramento puede ser roto con la Luz.
…Silencio…
Tú, llama de Vida, bendícete tú mismo.
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Date la Gracia, date el perdón, porque ¿cómo el Amor que eres no podría perdonarse o perdonar al universo entero?
En el Amor no hay ningún fallo; en el Amor, no puede existir ningún error, ni perdurar la menor oposición.
No hay nada que defender.
…Silencio…
Estoy contigo para la Eternidad. Y la Eternidad no es mañana, es desde este instante.
…Silencio…
Entonces el Manto Azul de la Gracia puede inundarte de Gracia, como inundarte de Luz, como inundarte de Fuego, en el mismo gozo que no es simplemente el gozo de los sentidos, sino el gozo infinito del Amor, que es mucho más concreto que todo lo que puedes tocar en este mundo, y que todo lo que puedes vivir.
…Silencio…
Así se vive la concretización de la Boda Mística a tu propia eternidad.
Así se vive, en la carne y en este mundo, el regreso a la Luz, el fin de lo que es falso, porque ninguna falsedad puede quedar de pie cuando el Fuego del Amor está ahí.
…Silencio…
Así el Amor puede parecer darse a ti, pero en realidad eres tú quien te das al Amor, y en verdad, sólo esto es verdadero.
Todo lo demás sólo pasa, todo lo demás está inscrito en los ciclos.
…Silencio…
No eres lo que pasa, eres lo que permanece.
No eres lo que se muere, eres lo que está vivo de manera perpetua.
No eres esta forma, como no eres ninguna otra forma, y sin embargo puedes reconocerte en cada forma, en el Amor.
…Silencio…
Date cuenta de la evidencia, date cuenta de la Verdad.
Porque el Amor siempre es ganador.
Nunca puede perder, nunca puede desaparecer, nunca puede disminuir.
…Silencio…
En este Corazón del Uno, ya no sabes y no puedes saber si eres tú, si eres yo. Ya no puedes saber si eres uno de tus hermanos, porque ya no puedes hacer ninguna diferencia y porque eres todo esto a la vez.
En verdad te digo: vívelo.
No puedo aportarte mejor prueba, ni por mis palabras, ni por mi presencia, ni por mis silencios, ni por mi Verbo.
Vívelo.
Esto es mucho más que una invitación, esto es mucho más que una petición, esto es la evidencia de tu corazón.
Reconócete, y acepta el sacramento de tu resurrección.
Ahí está nuestra ceremonia sin igual, que ninguna ceremonia de tu mundo puede equivaler, que ningún ritual de tu mundo donde estás presente aquí hoy puede evocar.
…Silencio…
Entonces tu Corona de gloria, irradiada por tu Fuente de Cristal, se enciende de mil fuegos y de mil llamas.
…Silencio…
Tal es el regalo de la Vida.
Se propaga tal un néctar en toda tu conciencia y en todos tus cuerpos.
…Silencio…
Así, si había que nombrarte, más allá de tu identidad terrestre en función de las leyes de este mundo, podría ser nombrado el bienaventurado o la bienaventurada.
Ninguna circunstancia de este mundo, de tu cuerpo como de tu conciencia, puede impedirte ser el bienaventurado.
Entonces el Fuego Ígneo abrasa tu pecho.
Entonces el Fuego Ígneo se despliega desde tu pecho.
Eres pues bautizado por el Agua de Vida.
El Coro de los Ángeles, en lo más alto de los cielos como en lo más próximo a la tierra, ha iniciado el canto de tu resurrección que pronto percibirás de manera carnal, como tal vez ya lo percibes al nivel de tu clariaudiencia.
…Silencio…
El Amor toma todo su sitio; y ella, está en todo sitio, la Luz.
Y el Amor está pues en todo sitio.
…Silencio…
En esta Felicidad, hay mucho más que la experiencia del éxtasis.
En esta Felicidad, hay una Paz eterna, donde nada puede aferrarse, y sobre todo nada viniendo de este mundo.
Así, por este sacramento, puedes entonces recibir la plena dosis de la radiación de tu Sol. De la emanación de la Fuente puede elevarse en ti la plena dosis de la Onda del Éter. Sé saciado, no tendrás sed nunca más.
Entonces lleva contigo la buena noticia. No por unos discursos, ni por unos gestos, ni siquiera por tu sonrisa, sino simplemente por tu Presencia. Hagas lo que hagas en este mundo, tu Presencia se vuelve mucho más importante que las acciones que puedes llevar en este mundo.
…Silencio…
Alégrate, estés donde estés.
…Silencio…
Entonces los cuatro elementos en su esencia primordial alimentan el mismo Fuego, y forman parte del mismo Fuego: el del Amor, el de la conciencia.
Recoge en tu templo el néctar de Vida.
Este néctar está en abundancia, en profusión. Es dulzura.
Es la Vida.
Entonces acojo a cada uno de ti en nuestro templo Uno.
Entonces me inclino ante ti para rendirte gracia y agradecerte por haber estado conmigo hasta ahí.
Entonces me inclino ante ti, ante tu llama de Vida.
Me inclino ante la Verdad y ante tu belleza que ninguna forma puede ilustrar, porque esto sobrepasa ampliamente cualquier forma, incluso la más perfecta, porque esto sobrepasa ampliamente cualquier deseo y cualquier envidia.
…Silencio…
¿Qué más puedo decirte? ¿Qué más puedo enseñarte?
No hay una mejor mirada que la tuya sobre tu propia eternidad. No hay unas mejores palabras que las tuyas para el canto de las alabanzas de tu resurrección.
…Silencio…
Me inclino ante tu llama porque soy esta llama, como lo eres.
Ahí está mi homenaje, que acompaña el canto de tu resurrección.
…Silencio…
Entonces honro tu Presencia, honro tu llama y honro el Amor.
Así es la vida en la Eternidad, un homenaje permanente a la belleza de la vida, a la belleza de todas las formas, en cada mundo, en cada universo, en cada multiverso, y más allá de toda experiencia como de todo mundo, honro tu vacuidad, honro tu Último.
Sin demora, sin espera, a partir de ahora eres esto.
…Silencio…
Entonces nos acogemos los unos, los otros, en la Blancura inmaculada.
Ahí donde no puede existir ninguna diferencia.
Sea cual sea la forma, sea cual sea el mundo, en esta Blancura inmaculada, la felicidad sigue creciendo.
…Silencio…
Entonces estás listo, porque no queda nada que completar. Velo.
…Silencio…
Mi amigo, mi amado, ¿qué palabra podría transcribir o definir lo que vives en este instante?
¿Qué expresión de tu cara podría traducir lo que vives en este momento?
Sólo el silencio puede dar cuenta de esta evidencia.
Amate en lo que eres, más allá de toda medida, en este Blanco perfecto.
Me consumo de Amor contigo y en ti.
Esta consumación es permanente y sin residuo, sin ninguna sombra.
…Silencio…
Mi amigo, mi amado, te bendigo una vez más y te expreso toda mi gratitud por lo que eres, por lo que vives, por lo que abriste, por aquello a lo que dijiste “sí”.
Ninguna palabra puede ser suficiente para decírtelo, entonces te lo digo en el Fuego del Amor y en la Luz del Amor.
…Silencio…
Me retiro en ti ahora, de este espacio de expresión y de manifestación. Así finaliza tu escucha o tu lectura de este día, pero que no acaba para nada lo que vives, al contrario.
Y entrego a tu corazón el más puro de los saludos.
Y recojo tu Amor y tu bendición.
Sé libre y ve en paz. Sea cual sea la agitación de tu mundo o de tu vida, eres portador de la Vida eterna, ahí donde nada puede ser agitado. Te amo en el Amor, y te amo en la Libertad, y te amo en la Verdad.
Ve en paz. Te doy la Paz.
Adiós.
El Impersonal a través de JL
Trad. Equipo de traductores.


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 por Emisaria Amor